Reloj que al fin marca las horas.

Hoy os traigo un regalo con historia. Una historia larga y bonita. Os la resumo. 

Muy cerquita de donde vivo hay una casa que pertenece a la Congregación de Esclavas de la Virgen Dolorosa. Cada verano acuden desde Galicia las alumnas de uno de sus centros educativos especiales. Son un grupo de mujeres que se encariñaron con mi suegra, maravillosa en estas lides, y que por contagio se encariñaron conmigo también. 

Hace 11 años una de sus alumnas se enteró que me iba a casar y me hizo un precioso regalo. Se trataba de un pañito bordado por ella en punto de cruz. El diseño era un reloj, así que yo lo llevé a enmarcar y que le pusieran sus correspondientes agujas. La mala suerte quiso que nunca funcionase bien el reloj, y es así que durante casi todo el tiempo lo he tenido colgado en mi cocina pero sin funcionar. 

Había buscado por todas partes algún relojero que me lo arreglara o me encargara uno nuevo, pero parece que es una profesión a extinguir. ¡Hasta que el otro día vi que junto a la casa de mis padres abría su negocio un relojero! 

Estoy contentísima, significa mucho para mí. Lástima que aquel grupo de mujeres que venía cada verano en la segunda quincena de junio, dejaron de hacerlo y no sepan el final feliz de esta historia. Muchísimas gracias, Carmen, siempre recordaré con cariño tu alegría y tu generosidad. 

Y cambiando de tema, no os he podido enseñar hoy el detallito que completa la última bolsa de viaje que he hecho porque no ha llegado a su destino. El mismo día envié dos paquetes, uno de ellos sí ha llegado y las dos fundas para sombrilla ya se han estrenado incluso, pero la bolsa de viaje aún va en camino. Ohhhhh,será la próxima semana. Mientras tanto, pasadlo bien este fin de semana!!!