No recuerdo ver a mi madre con el vestido de esta tela, es de antes de yo nacer. Pero sí recuerdo ver esta tela por casa. A ella le gustaba mucho y aquel vestido tuvo más de una transformación, tunear, que decimos hoy.
Mi madre no recuerda su vestido, tampoco recuerda que se lo ponía en verano porque en verano hace calor y en invierno frío. Pero yo he rescatado recuerdos y de retales he hecho un vestido nuevo.
Mezclando sus flores malvas y azules con un precioso lino azul de otro de sus vestidos, y combinando con tela vaquera finita he creado un vestido amplio y cómodo.
En la espalda he festoneado un corazón, no porque me eche el cariño a la espalda, sino porque no es necesario tenerlo a la vista para sentirlo.
Las vistas las he hecho con un bies vuelto y al delantero le he puesto forro con una tela muy finita para que no dé calor.
Es mi vestido de retales y recuerdos, los que ya no tiene mi madre pero sí quienes la queremos y cuidamos.
Pero este no ha sido el único vestido del verano. También me hice otro muy similar con tela vaquera estampada y adornos en otra tela de flores menudas de una colección de Caperucita Roja.
Y con el mismo patrón me hice una blusa más, igual que las que te enseñé otro día (
aquí).
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