Mi amiga Esperanza es un peligro. Hace tiempo me inyectó en vena el virus del patchwork y hace poco el de la ropa handmade. Bien es verdad que yo estaba predispuesta y acudí a sus clases porque estaba ansiosa por aprender la técnica de unir retalitos de tela. Las clases se acabaron y la amistad se quedó. Y para la ropa hecha a mano yo tenía parecida predisposición, las blusas que me hice sacando mis propios patrones hace mil años ya no me servían, y esta muchacha llega cada día con ropa tan mona, que cuando te ofrece pasarte los patrones, es imposible ser inmune.
En su blog nos enseña algunas de sus creaciones, y por supuesto os invito a visitarla. Pero cuidado, lo mismo el virus se transmite de modo on line. Pinchando
aquí podéis acceder a él.
Todo comenzó cuando nos deslumbró la tela mágica que cambia de color cuando le da el sol, de ser una triste tela blanca y negra, pasa en un instante a llenarse de colorido.
Era imposible resistirse, nos compramos un metro cada una y nos hicimos una camiseta con uno de sus patrones. Uno muy sencillito y apañao. El resultado es espectacular.
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Aquí yo luciendo mi camiseta. |
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Y aquí Esperanza luciendo la suya. |
De ser una sosa camiseta en el armario. Pasa a tener un colorido increíble al sol.
¿Y por qué os digo que es un virus? Pues porque con el mismo patrón ya me he hecho un par de blusas más.
Ya os decía que Esperanza es un peligro, además le gusta y lo hace bien todo, patchwork, costura, punto, ganchillo, scrapbooking, cartonaje... Pero a lo que soy inmune es al virus del ganchillo. Me encanta ver las cosas que se consiguen, pero me aburre soberanamente hacerlo yo. Tanto, que empecé un salvamantel, por aquello de comenzar con algo sencillito y mi amiga Mati me lo tuvo que terminar haciéndole la puntilla, hasta penita le di.
Muchas gracias por vuestra compañía y hasta pronto.